Pilar

Campos Maldonado

Predicadora Evangélica

En la familia de Pili son dos hermanos, ella es la mayor. Estudió Azafata de Congresos y, al terminar los 3 años, estuvo trabajando en muchos congresos de médicos que se organizaban en Málaga.

En el grado de azafatas yo era la única gitana. Pero nunca me he considerado diferente, en mi casa nunca se ha dicho “tú eres gitana”, mis padres nunca me hicieron sentir distinta… Si en tu casa no te hacen sentir diferente, pues tú te consideras una más en la sociedad.

Mis amistades eran la mayoría payas, aunque mi familia fuera gitana. En el instituto y en la escuela de azafatas nunca me he sentido señalada, nunca me han discriminado por ser gitana… Creo que, en mi caso particular, lo fundamental para no sentirme diferente ha sido la educación, tanto la de mi familia como la mía.

Conoce a su esposo, que era futbolista del Atlético de Madrid, y se casa con él. Al quedarse embarazada, como ella siempre había querido hacer estudios superiores, decide ir a la Universidad. “El embarazo no me estorbaba para estudiar”. Finalmente no terminó la carrera porque tuvo el bebé y al principio estuvo enfermo…

Yo ya entonces tenía el dilema entre la Iglesia, la casa, el niño, mi marido futbolista, que muchas veces teníamos que desplazarnos, porque lo llamaban de Granada, de Marbella, y al final terminamos en Málaga. En aquella época también hice un montón de cursos: de Creación de Empresas, de Administrativo…

Más tarde entré en contacto con la Asociación Gitana ASMIG, donde me contrataron como administrativa. Estuve 3 años con ellos, trabajando de Relaciones Públicas. Después trabajé de redactora en Deportes 7 días, en Fuengirola, un periódico local, y estuve de compaginadora… Al poco tiempo de entrar ya estaba de redactora jefe. Siempre me ha gustado leer y escribir… Y más tarde me contrataron, también de compaginadora, en otro periódico, El Sol del Sur, donde ayudaba a los redactores a terminar los artículos.

Finalmente, cuando mi marido y yo nos vinimos a Málaga, me dedique a él y a los niños, que ahora tienen el niño 27 y la niña 22.

Mi marido es mestizo, su padre es gitano y su madre no. Pero él tampoco ha sido una persona muy tradicional…Y mis hijos, igual. Mi hijo ahora se ha echado una novia, gitana, también con sus estudios… Mi hijo ha estado cuatro años en Estados Unidos, vino justamente cuando la pandemia…

En cuanto a la Iglesia, y al papel que tiene entre los gitanos, creo que es importante tener en cuenta que hay muchísimas Iglesias evangélicas. Y hay muchos gitanos en la Iglesia evangélica. Aquí hubo un “avivamiento”, como se le denomina, cuando vinieron gitanos de Francia, predicaron el evangelio, y fue algo tremendo. El gitano esperaba este mensaje, el mensaje de Cristo. Y ha sido muy importante.

Del tiempo de mi padre, los gitanos eran caldereros, mi padre y mi abuelo eran caldereros, que son los que trabajan los metales y el cobre de forma artística… Por parte de mi madre, trabajaban el hierro y los barcos, aquí en Málaga.

La raza gitana es una clase trabajadora que se ha dedicado a sus canastas, a la calderería, al hierro, pero siempre ganándose la vida honradamente. Lo que pasa es que ese tópico que se ha hecho del gitano, es de cuando vinieron gitanos de otros lugares, y fue cuando empezó a salir la cosa de la droga… esa distensión, en los 80 y 90, creó un tópico que ha destruido la esencia de la raza gitana.

Más recientemente ha habido un tiempo de ninis… y era más fácil encontrar a alguien de mi edad con estudios, que a una niña joven. Fue drástico. Ha habido casi una década en la que se ha vuelto atrás: los padres tenían la EGB, el graduado escolar, y los hijos no lo tienen. Quizá porque no se han preocupado de que sus hijos estudiaran y se formaran, y hay una generación ahora muy perdida de la educación.

Con mis hijos, también hubo una racha que no querían estudiar… Y creo que, de verdad, ha influido el que hayamos estado ahí, machacando, machacando, hasta que han terminado de estudiar. Tú, estudias o trabajas, pero para trabajar, antes necesitas estudiar. Así que estudia. ¿Qué te cuesta dos años, tres…? Pero sigue, sigue y acaba. Les ha costado un poquito más de tiempo, pero han acabado. Y cuando él decidió irse a Estados Unidos, pensé, “bueno, va a venir con el inglés”. Y efectivamente, vino hablando inglés maravillosamente bien.

Mi hija terminó el grado medio de Imagen y Sonido, y este año ha terminado el grado superior de Realización y Televisión. Ella hizo también el grado de Azafata, y Marketing. Es buena estudiante, no excelente pero sí constante.

En nuestra iglesia incentivamos a los jóvenes a que estudien, a que tengan objetivos en la vida, a creerse que ellos valen, que si ellos se esfuerzan pueden llegar a ser alguien importante. Con su esfuerzo y la ayuda del Señor, las puertas se les van a abrir en todos los sentidos. Tanto a ellos como a ellas. Por supuesto.

Yo, ahora mismo, he decidido estar un tiempo dedicada a la iglesia. Colaboro con la Pastora, predicamos diferentes días, tenemos grupos de discipulados. Al discipularlos tú, les estás dando los valores morales pero también les estás dando el valor de acceder a la cultura, de aspirar a algo más. Eso se lo estamos inculcando, que no se pueden quedar sin estudios. Los animas tanto, y ven a los otros jóvenes que también lo están haciendo, que ellos mismos dicen “yo también quiero estudiar”.

Y es que todo es posible. No hay nada imposible en la vida. Todo es posible para el que cree. Y no me refiero solamente al que cree en Cristo. Todo es posible para el que cree que puede llegar a alcanzar su meta, el que cree que puede estudiar y puede acceder a otras cosas diferentes. Al que cree, todo le es posible”.