Ana
Cortés Campos
Jardinera del Ayuntamiento de Málaga
Ana Cortés Campos, jardinera de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Málaga.
Madre de 3 hijos, abuela de 2 nietos.
Ana es la primera de 6 hijos, y la única chica. Su madre la tuvo con 14 años. Entre ella y su madre nació una historia muy bonita. “Mi madre es una mujer que no sabe leer ni escribir, pero sabe de todo… Si ella hubiera estudiado habría llegado lejos, sabia, científica… Ella se ponía en contra de todo y de todos porque yo fuera al colegio.
De hecho, en vez de llevarme a un colegio de barrio, me llevaron a la plaza de la Constitución, en el centro de Málaga, con uniforme. ¡De repente, una gitana con 16 o 17 años, llevando a su hija a aquel colegio…!
A mi madre todos le decían: ¿Pero dónde vas, llevando a la niña al colegio? Y ella contestaba: ¡Tú déjala, que ella vaya al colegio! Todo lo que ella no pudo ser, ni pudo hacer, quiso que yo lo hiciera. Cuando ella me veía escribir, me veía leer, me veía tan desenvuelta… incluso ahora, cuando ve que yo soy capaz, que llevo mi familia adelante, que si me he tenido que separar me he separado, que he roto barreras… Ella se siente muy orgullosa de mí, y ahí empieza mi Porque sí. Porque donde ella ha puesto su mirada, yo no la puedo defraudar… ¡Y la seguridad y la autoestima que ella me ha dado…!
Mis padres se casaron muy jóvenes, y salieron del núcleo más cerrado de los gitanos y se vinieron a vivir más al centro, y se integraron mucho en la sociedad normal, por así decirlo. Y a mí no me explicaron nunca mis padres lo que era un gitano y lo que era un payo, nunca me lo explicaron.
Lo aprendí en el colegio, cuando las niñas me llamaban gitana, y yo no sabía lo que era. Palabra de honor que yo no sabía lo que era “gitana”. Y yo nunca se lo decía a nadie porque me creía que aquello era un insulto o que era algo malo…
Y un día, me acuerdo que estaba en la cocina y mi madre cocinando, y me puse detrás de ella y le dije: Mama, te voy a decir una cosa… Y me dice mi madre ¿qué pasa, Ani? Y yo, que siempre he sido muy vieja, porque yo era muy vieja, le digo: Mama, me dicen en el colegio, las niñas, “gitana”; mama ¿por qué me dicen gitana? Mi madre me miró, se dio la vuelta y me dijo: Que eso no es nada malo, Ani, que tú sí eres gitana, yo soy gitana, la abuela es gitana… Y ¿sabes una cosa…? -y esa frase se me quedó grabada en la cabeza, hasta hoy- ¡Que mil veces que naciera, a mí me encanta ser gitana! Así que ya lo sabes, que eso no es nada malo. Y así fue cómo yo descubrí que era gitana.
A mí me gustaba mucho aprender, y de hecho tengo esa cosa de que todo lo que leo se me queda, soy muy avispada… Estudié hasta 8º de EGB. Pero claro, las gitanas somos las gitanas, y nos casamos. Me casé con 18 años, tuve a mi hijo cuando yo tenía casi 19, y empecé a hacer vida de ama de casa. Después de mi hijo Jesús, que ahora tiene 23 años, vino Magdalena, que es la mamá de dos bebés, mis dos nietos. Y luego tengo a Anaís, que es la más pequeña, la benjamina.
A mí también me atraía mucho internet, cuando salió, y yo decía “yo tengo que aprender esto; que todo el mundo sabe y yo tengo que aprender también”. Y aprendí. Estando en la Asociación de Integración Gitana Palma Palmilla, que monté con el padre de mis hijos, vino una persona con un proyecto que se llamaba Andalucía Compromiso Digital, y con él aprendimos de ordenadores, yo y algunas chicas gitanas más. Y luego fui profesora de otras chicas que vinieron…
El tema social me atrae mucho, siempre he tenido esa vocación. Nunca lo he cobrado, siempre lo he hecho altruistamente, por amor, por vocación… mientras que la jardinería es mi sustento, lo que me da para comer.
Yo trabajo podando árboles. Tengo 43 años, y llevo 14 en Parques y Jardines. Mi trabajo es físico, consiste en limpiar los parques y los jardines. Los lunes se limpian, los demás días se hace mantenimiento: se corta, se poda, se desbroza, se planta…
Al principio pasé lo mío. Es una plantilla de hombres. Entre 100 personas solo había 4 mujeres. Ahora seremos 6 ó 7 mujeres, no más… A día de hoy me siento muy bien en mi trabajo. Me he buscado mi sitio, por mi esfuerzo, por mi manera de trabajar, por mi manera de ser… Voy muy contenta a trabajar. Le tengo que dar muchas gracias a Dios por el trabajo que me dio.
Mis hijos viven conmigo, y mis nietos viven conmigo. De mi casa no se va nadie, y el que se va, vuelve con dos más… Cabemos, y si no cabemos nos echamos a un lado. Y si no hay, compartimos lo que haya. Yo soy muy feliz de vivir todos juntos, la verdad es que sí.
Cuando llego a mi casa después del trabajo, van llegando mis hijos. La comida la hacemos entre todos, mi hijo Jesús también participa, desde chico. Y es que yo, para tener este trabajo de jardinera, Jesús, que es el mayor, ha criado él a sus dos hermanas, las ha llevado al colegio, las ha peinado, les ha hecho los bocadillos…
Por las tardes me quedo con los niños, para que mis hijas puedan seguir estudiando y haciendo sus cosas… Que si no soy yo, que sean las que vienen detrás las que puedan meter la cabeza y ser visibles, que ellas vienen más preparadas… Yo siempre se lo digo a las niñas: tenéis que ser visibles, meter la cabeza en todos los sitios, que nadie cuente más nuestra historia, vamos a contarla nosotros…
¿Tú te puedes creer que a una mujer gitana, es que le das 10 euros y hace de comer para un regimiento? Y es la mujer más feliz, contenta de que vengan todos sus hijos a su casa, todos sus nietos…
En mi casa también ha habido venta ambulante… mi madre se echaba un bolso de tela, nos dejaba en el colegio y se iba a vender a las playas, andando y andando. El comercio y el tratar es muy de gitanos, y con un trozo de tela, sacar para darles de comer a tus hijos. Y tú dices ¿pero cómo lo ha hecho? Pues sí, pues lo ha hecho, ha criado a 6 hijos… La mujer gitana tiene esa esencia transformadora. Y siempre para bien, y siempre mirando por los suyos. Y bajo sus alas caben todos…
El gran valor del pueblo gitano son los lazos, que nunca se rompen. De generación en generación, no se rompen. Yo me voy a trabajar y mi madre se queda cuidando a mis nietos. No se cansa, no se rompen los lazos familiares. La mujer es la esencia del pueblo gitano, en todos los sentidos…
La herencia del pueblo gitano es el cariño, el amor, mirar por lo tuyo, por tu sangre… Cómo cuidamos a los ancianos, que son los que mandan. En mi casa, lo que dice mi abuela va a misa. Se les hace caso, y es que son sabios. Lo que dicen ellos es la realidad, y lo que mandan es para bien. Y lo que tienen lo comparten, con hijos, nietos, bisnietos… Es que somos una piña.
Dentro de mi propio pueblo todo ha avanzado mucho, y las mujeres hemos dejado muy claro cuál es nuestro sitio, además lo demostramos. Somos válidas para trabajar, válidas para muchas cosas. Dentro de mi pueblo, a lo primero cuestan las cosas, porque como todas las cosas que son extrañas, cuestan. Pero una vez que tú las consigues y ves que son para bien, que no es nada malo, y que sigues respetando tu cultura, respetando tu familia, yo no veo obstáculos…
El estudiar, el empoderarte, el emanciparte… Todo eso es compatible con ser gitana y tener respeto a tu familia, a tu cultura… Y las madres gitanas tenemos que enseñarles que ellas tienen que labrar su futuro, y el futuro es la educación. Es que no hay otra.